Nuevos gobiernos, viejas políticas ambientales

La elección de Donald Trump como nuevo presidente de los Estados Unidos ha generado gran inquietud en distintos sectores sociales. Trump ha sacudido intensamente la opinión pública con sus contundentes arengas sobre todo tipo de cuestiones, pero todavía existen muchas incógnitas respecto cómo llevará a la práctica su ideario y qué tipo de políticas acabará desarrollando. El medio ambiente y, en particular, el modelo energético, son algunos de los temas sobre los que la futura actuación del nuevo gobierno norteamericano genera grandes temores.

Paralelamente, también en España hay motivos de preocupación ante la reedición del gobierno del Partido Popular, del que se espera que persista en sus políticas de freno al sector de las renovables. El nuevo ministro de Energía, Alberto Nadal, es considerado uno de los ideólogos de la reforma energética que ha puesto en jaque a las renovables en España. Es probable, por tanto, que el nuevo ejecutivo siga una línea continuista en materia energética, a menos que la necesidad de pactos con otras fuerzas políticas le obligue a corregir el rumbo seguido en la pasada legislatura.

Trump, un escéptico de las renovables y el cambio climático

Entre las promesas del que será nuevo inquilino de la Casa Blanca se encuentran la cancelación de los compromisos internacionales de los Estados Unidos en materia de cambio climático así como la eliminación de la Agencia de Protección Ambiental norteamericana. Trump considera que la actual reglamentación ambiental es excesivamente restrictiva, supone un lastre para el desarrollo industrial y ahoga el negocio energético del país. Sin cerrarse por completo a la necesidad de desarrollar energías limpias o de restringir las emisiones de carbono, Trump se muestra escéptico ante las alertas sobre el cambio climático y considera que las renovables son poco eficientes. Al mismo tiempo, apuesta decididamente por seguir explotando los combustibles fósiles e, incluso, reactivar la extracción de petróleo y carbón o la generación de energía nuclear. Se trata, ciertamente, de un modelo energético muy alejado del que proponía su rival Hillary Clinton, mucho más decidida a promover la transición hacia un modelo energético sostenible.

Algunas declaraciones y tuits del nuevo mandatario norteamericano dejan bastante clara su postura en relación a cuestiones ambientales. En más de una ocasión ha ridiculizado la idea de calentamiento global llegando a calificarla de «farsa» o «tontería muy cara». Por ejemplo en 2012, en su cuenta de Twitter, escribía: «El concepto de calentamiento global fue creado por y para los chinos con el fin de hacer que la manufactura de EEUU no sea competitiva». También se ha mostrado crítico con las fuentes renovables y con la eólica en particular, que considera cara, ineficiente y perjudicial para la fauna y el paisaje. En 2013, también en Twitter, avisaba de que España estaba cerrando parques eólicos debido a que su coste superaba el beneficio. En cambio, se ha mostrado partidario del desarrollo de biocombustibles como el etanol.

Por todo ello, las empresas, operadores e inversores en energías limpias ven amenazado el desarrollo de este sector. Al mismo tiempo, movimientos y organizaciones comprometidos con la sostenibilidad se preparan para plantar cara al más que posible retorno de unos planteamientos depredadores y contaminantes que parecía que empezábamos a dejar atrás.

Con todo, aun es pronto para aventurar que las políticas de Trump resultarán nefastas para el medio ambiente y el futuro de la humanidad. Falta ver hasta qué punto sus eslóganes se acaban plasmando en medidas concretas. Si Obama fue incapaz de cumplir algunas de sus promesas estrella, como cerrar Guantánamo o restringir la venta de armas, posiblemente Trump tampoco consiga hacer realidad sus planes más radicales y controvertidos. Esperemos que la presión internacional, la oposición interna y la evidencia de los desafíos y amenazas ambientales a que nos enfrentamos, terminen por imponer el sentido común. No podemos permitirnos, a estas alturas, que la primera potencia del planeta se retire de la lucha común por el desarrollo sostenible.

 

Eugeni Garcia Rierola
Sociólogo y Posgrado en Gestión Ambiental.
Coordinador del Máster en Gestión Ambiental y Sostenibilidad de la Universitat de Vic-Universitat Central de Catalunya