TTIP: de la seguridad y calidad alimentarias a la comida basura
El sector agroalimentario es una parte pequeña dentro del conjunto de las negociaciones del Tratado Trasatlántico de Libre Comercio entre EEUU y la UE (TTIP) pero esencial y estratégico para la ciudadanía, pues está en riesgo la calidad y seguridad de nuestra alimentación diaria, un modelo alimentario y agrario sostenibles de carácter social, la preservación del medio ambiente y rural, nuestra propia capacidad de decisión y, por lo tanto, la soberanía alimentaria.
El sector agrario y alimentario resulta también estratégico por ser la nueva burbuja especulativa y depredadora de los grandes fondos de inversión, las grandes cadenas de distribución alimentaria y las multinacionales agroexportadoras, que presionan a los Gobiernos a favor de políticas desrregulatorias de los mercados mundiales, que les permitan operar a sus anchas, extendiendo su control y dominio absoluto sobre la producción y el comercio de los alimentos. Su presión es feroz a favor del TTIP.
Parece que, en medio de la gran opacidad de las negociaciones, se quiere concluir el proceso negociador a principios de 2017. Y las últimas filtraciones constatan que se están negociando en materia agroalimentaria incluso las líneas que responsables comunitarios consideran rojas. Es decir, aquello que la ciudadanía, de manera ampliamente mayoritaria, no aceptaría. Por ejemplo: los estándares de seguridad alimentaria europeos, muy superiores a los americanos y que deben constituir una línea de defensa que no se debe traspasar.
Dudas
Pues bien, si se negocian no es para imponérselos a los EEUU, sino para acordar mayor flexibilidad. ¿Están convencidos acaso los comisarios de la CE, los presidentes y ministros del Consejo y los europarlamentarios, de que los ciudadanos de la Unión están deseando que se abran nuestros mercados a las carnes hormonadas con anabolizantes autorizadas en EEUU?, ¿o a los productos elaborados con leche producida con la inyección a las vacas de la hormona rBST, para multiplicar la producción, como se hace en América?, ¿o los pollos y otras carnes cloradas, para su higienización?, ¿o la sarta de antibióticos inoculados a los animales, aquí prohibidos y allí autorizados?, ¿o a la entrada de un aluvión de productos transgénicos y la autorización masiva de su producción en Europa, tumbando el principio básico de precaución?, ¿y también al recorte en nuestra normativa higiénico-sanitaria, de bienestar animal y de trazabilidad de los alimentos? ¿También desean los ciudadanos europeos que nuestras producciones de calidad diferenciada con Denominaciones de Origen, Indicaciones Geográficas Protegidas, Lábeles de Calidad y otras figuras, no sean reconocidas por EEUU y no se respeten sus códigos de calidad?
Es decir, los responsables políticos e institucionales de la UE, ¿van a ser tan falsarios e hipócritas de establecer un doble rasero: exigir aquí producciones con los mayores estándares de seguridad y luego sálvese quien pueda en un mercado en el que todo vale? Exigimos que este Tratado se apruebe en el Parlamento Europeo y en los 28 parlamentos de los países miembros. Veremos si los parlamentarios responden con su voto a los deseos y necesidades de la ciudadanía o se entregan a otros intereses más poderosos y mucho más beneficiosos? para algunos.
Miguel Blanco, Secretario general de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG)
Fuente: http://www.eleconomista.es/empresas-finanzas/agro/noticias/7659033/06/16/De-la-seguridad-y-calidad-alimentarias-a-la-comida-basura.html