El Bioterrorismo latente
En nuestra sociedad actual estamos expuestos a una enorme variedad de contaminantes potencialmente peligrosos. Entre ellos, encontramos a los Disruptores Endocrinos, los cuales han sido muy investigados por causar alteraciones en la regulación endocrina. Preocupan especialmente sus efectos tóxicos durante el desarrollo temprano de los seres humanos, puesto que sus efectos son a menudo irreversibles y no se hacen evidentes hasta mucho más adelante (1) y (2).
El 19 de Febrero del 2013, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicaron el informe Estado de la Ciencia de los Disruptores Endocrinos-2012, una extensa actualización de un documento anterior que alertaba del aumento de la exposición humana a los ya mencionados disruptores endocrinos (3).
Uno de ellos es el Bisfenol A, al que estamos expuestos a través del consumo de bebidas y de alimentos envasados que han estado en contacto con policarbonato, recipientes de plástico o resinas epoxi (4). La presencia de este plastificante en los biberones preocupaba especialmente por sus posibles efectos perjudiciales para la salud de los niños; por lo que muchos países industrializados, entre ellos la Unión Europea (UE) prohibieron la fabricación y venta de este componente de plástico para biberones al igual que su importación a la UE (5). No obstante, esta medida no dejó satisfechos a todos, y desde España, fundaciones como Vivo Sano piden que el país prohíba de forma urgente el Bisfenol A en materiales en contacto con alimentos y bebidas como hizo Francia (6).
Numerosos estudios científicos relacionan el Bisfenol A con enfermedades como la diabetes, la infertilidad, el cáncer de mama o el de próstata, por lo que es considerado por los especialistas como una amenaza global que hay que vigilar (6).
Pues bien, dejando la bibliografía apartada durante un momento, parece ser que el problema del Bisfenol A es bastante grave. Resumiendo, se trata de una sustancia presente en determinados envases (latas, botellas, tuppers, etc) que migra desde éstos hasta los alimentos o bebidas contenidos en ellos. Al consumirlos, ciertas cantidades de este componente tóxico paran a nuestro organismo; pudiendo causar a largo plazo enfermedades muy graves y sospechosamente frecuentes en nuestra sociedad actual.
¿Que por qué estoy contándoos esto, si se supone que debería estar escribiendo un artículo sobre Food Defense? Más bien esto sería un tema de Food Safety, ¿no?: hasta donde sabemos, el Bisfenol A está produciendo una contaminación inintencionada de los alimentos, nada tiene que ver con la Biovigilancia alimentaria, ni con el bioterrorismo, ni con el sabotaje alimentario…¿o sí? Continuemos informándonos:
Errico S y colaboradores realizaron este año un estudio titulado “La migración del Bisfenol A en los tomates enlatados producidos en Italia: dependencia de la temperatura y de las condiciones de almacenamiento”. En él demostraron que los tomates enlatados sometidos a procesos de calentamiento o aquéllos cuyas latas habían sido dañadas por abolladuras, mostraron un aumento significativo en los niveles de migración de Bisfenol A desde el envase hasta el producto. No obstante, ninguna de sus muestras contenían Bisfenol A en cantidades superiores a los límites establecidos por la UE (600μg/kg de comida) (7).
Este experimento me crea sentimientos contradictorios; pues, por una parte los resultados son tranquilizadores: pase lo que pase (calor, abolladuras, etc.) la situación está bajo control: los límites de seguridad no son sobrepasados. Pero, por otra parte el hecho en sí; que las concentraciones de Bisfenol A aumenten una vez que el producto ya ha sido envasado y, por lo tanto, analizado, me da que pensar: ¿y si este hecho es llevado a su límite y aprovechado por los bioterroristas para crear un producto peligroso? ¿Se puede someter al producto ya envasado a alguna condición que lo altere hasta convertirlo en peligroso para la salud? ¿Es posible transferir sustancias químicas peligrosas a un producto estando este cerrado de manera hermética?¿Se hace necesario controlar la temperatura de almacenamiento y de transporte de un producto, como puede ser una lata de conserva o de bebida, que en principio no lo necesita para su conservación?
Tal vez esta situación sea irreal, de ciencia ficción, ojalá… Sea como fuere, de ella se pueden extraer varias moralejas:
Por una parte, que tenemos que abrir nuestra mente a los posibles agentes contaminantes que un bioterrorista puede utilizar y a las maneras que puede emplear para transferirlo al producto: que no se limite nuestra mente ni nuestras medidas de Biovigilancia a “impedir que una persona entre en la Planta de producción, arroje un microorganismo o una sustancia química al producto, lo contamine y se vaya”.
Por otra parte, ser conscientes de que tal vez, las consecuencias de una contaminación alimentaria no sean siempre tan obvias ni inminentes al consumo del producto. Se habla de diarreas, náuseas, vómitos, fiebre o incluso de anemia, insuficiencia renal o muerte; pero nunca relacionaríamos un acto de bioterrorismo con la obesidad, con la diabetes, con el cáncer… ¿podemos haber sido o ser en un futuro víctimas de un acto de bioterrorismo sin saberlo? Si este tipo de bioterrorismo latente llegase a producirse algún día, el pánico no se apoderaría de nosotros, las alarmas no invadirían con su ruido la ciudad, los hospitales no se colapsarían de personas agonizantes, pero el daño estaría hecho y sus consecuencias serían irreversibles.
Como dice el Detective Lou Soldano en el libro Vector, de Robin Cook en referencia a la posibilidad de un ataque bioterrorista importante en Estados Unidos o Europa: «no es cuestión de si ocurrirá, sino de cuándo«.
BIBLIOGRAFÍA
(1) ROUILLER-FABRE V, HABERT R, LIVERA G, 2014. Effects of endocrine disruptors on the human fetal testis. Ann Endocrinol (Paris). pii: S0003-4266(14)00033-X.
(2) http://www.who.int/ceh/publications/endocrine/en/
(3) BIRNBAUM SL, 2013. State of the Science of Endocrine Disruptors. Environ Health Perspect. 121:a107-a107.
(4) KUBWABO C, KOSARAC I, STEWART B, GAUTHIER BR, LALONDE K, LALONDE PJ, 2009. Migration of bisphenol A from plastic baby bottles, baby bottle liners and reusable polycarbonate drinking bottles. Food Addit Contam Part A Chem Anal Control Expo Risk Assess. 26(6):928-37.
(5) http://www.elmundo.es/elmundosalud/2010/11/25/noticias/1290712681.html
(6) http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/02/21/actualidad/1361472319_051588.html
(7) ERRICO S, BIANCO M, MITA L, MIGLIACCIO M, ROSSI S, NICOLUCCI C, MENALE C, PORTACCIO M, GALLO P, MITA DG, DIANO N, 2014. Migration of bisphenol A into canned tomatoes produced in Italy: Dependence on temperature and storage conditions. Food Chem. 1;160:157-64.
Gema González Rubio
Estudiante del curso MOOC en Food Defense 2014 de BTC Centro de Estudios Superiores