La salud en el trabajo
Cuando un trabajador contrae una enfermedad como consecuencia su trabajo, esta puede ser declarada enfermedad profesional
La satisfacción de los empleados es uno de los aspectos, si no el más importante, para conseguir en un entorno laboral positivo. Promover entornos de trabajo seguros, saludables es responsabilidad de nuestras organizaciones. Es más, debemos comprender la salud como un estado que siempre debe mejorarse.
En ocasiones, nuestro trabajo puede dañar nuestra salud. Cuando contraemos una enfermedad como consecuencia del trabajo, denominamos a estas; enfermedades profesionales, y debido a que las molestias no aparecen de forma inmediata no solemos relacionarlas directamente con nuestro trabajo, por lo cual las confundimos con otras enfermedades comunes. De hecho, para que una enfermedad profesional sea reconocida legalmente debe estar recogida en el cuadro de enfermedades profesionales en el sistema de seguridad social, el cual fue aprobado por última vez en el Real Decreto 1299/2006.
Así mismo, con el objetivo de auxiliar la conciencia de la sociedad de nuestros trabajadores y organizaciones, hay que tener en cuenta que una evaluación de riesgos con una correcta y detallada metodología, encuentra, analiza y corrige todos los riesgos que podamos sufrir en futuro en nuestro puesto de trabajo.
Un accidente laboral es un claro indicio de unas malas condiciones de trabajo, la gravedad del asunto es una lucha constante de todos los centros preventivos. Según las estadísticas publicadas por el Ministerio de Empleo y Seguridad Social, solo el año pasado, el número de accidentes laborales fue de 555,722 con un incremento de un 5 % sobre el año 2015, y que no para de crecer des de el año 2012, de ellos 3. 543 son accidentes graves y 64 más que el año anterior. Una cifra demasiado elevada que se debería haber evitado aplicando una correcta y adecuada prevención.
Factores de riesgo tales como la temperatura, la ventilación, las tareas repetidas o una jornada extensa con un ritmo demasiado acelerado, resultan ser una fatiga que favorece una enfermedad profesional o un accidente laboral. La excesiva presión y supervisión por parte de las empresas termina por desmoralizar y desconectar al trabajador de su tarea.
Existen muchísimas formas en las cuales nuestro trabajo puede afectar nuestra salud.Por ejemplo, un trabajo que requiera de un esfuerzo físico elevado implica una mala respiración, hecho que resultaría fatal en caso de aspirar sustancias tóxicas.
De hecho si nos paramos a pensar, el medio-ambiente laboral resulta ser medio en el cual se desenvuelve gran parte de nuestra vida. Una mala organización en el trabajo da paso a una presencia cada vez mayor de enfermedades psicosociales a largo plazo. Por ello debemos cumplir con una evaluación de riesgos e implantación de medidas preventivas que nos ayuden evitar daños antes de que pasen.
Todas estas enfermedades, por ejemplo las que son musculares, suelen aparecer al cabo de un periodo de tiempo, y no al momento, por lo tanto, hay que ser constantes con la prevención.
Y por eso debemos realizar revisiones médicas anuales que nos indiquen al momento si algo va mal. Además, de naturalmente, exigir a nuestro centro de prevención una implicación total, cuya función es formarnos e informarnos de todos los riesgos posibles.
Lo más importante es que los dolores de espalda, cuello, cabeza, estrés o la fatiga visual, dolencias relacionadas directamente con el trabajo, pasan inadvertidas por parte de las organizaciones y del sistema de seguridad social, y se catalogan como enfermedades comunes sin más, acumulando así también un gasto a las arcas públicas.
La actual crisis económica no ayuda para nada, los trabajadores por miedo a perder su trabajo sin saberlo facilitan que el crecimiento de las enfermedades profesionales aumente año tras año.
Debemos asumir la salud laboral y su prevención como un problema de todos los ciudadanos. Nuestros médicos tienen que implicarse más en estas enfermedades profesionales para no abrir más la brecha de la perdida de nuestros derechos como trabajadores. Las enfermedades relacionadas con el trabajo no deben minimizarse y, mediante la formación y el conocimiento, debemos forzar la voluntad pública para mejorar nuestra salud en el puesto de trabajo.
Anastasia Klimkovich